Matanza Nómade es un grupo formado con la intención de generar un espacio de producción, exhibición, reflexión e intercambio de prácticas artísticas contemporáneas.

Nos proponemos construir un espacio de trabajo a partir de instancias de análisis y de producción, entendiendo que la actividad artística se encuentra atravesada por diferentes campos del conocimiento como pueden ser la historia, la sociología y los estudios culturales o la filosofía.


A través de este proyecto buscamos, principalmente, avanzar en la edificación de puentes entre la producción artística y el territorio con la apertura de una dimensión pedagógica disruptiva que nos permita abrir un debate.



La educación artística como un problema.

La enseñanza de arte debería ser pensada como un problema.


Desde hace ya muchas décadas que los modelos tradicionales de obra y de artista en los que se afirma la educación en arte han sido duramente cuestionados: la obra de arte como objeto valioso producido por un creador genial es una concepción que cada día cuesta más sostener como una verdad sin cuestionamiento.


La enseñanza de arte en Escuelas es una continuación del proyecto académico de la Ilustración atravesado por una concepción romántica que enfatiza la expresión individual y la destreza técnica como la manera de trasmitir lo verdadero a través de un médium que sería el artista.

Según esta concepción, la educación artística se compone de ejercicios plásticos de progresiva dificultad que, finalmente, proporcionarían las condiciones materiales  para que el creador logre su máximo potencial expresivo. Habría, también, una capacidad inefable e intransmisible que debería ya poseer el aspirante a Artista: si bien todos podríamos apreciar una obra de arte (aunque sea en distintos grados), sólo muy pocos estarían en condiciones técnica-espirituales de producirla.
Por esta razón, la enseñanza del arte es principalmente formal (visual) porque el verdadero genio encontrará, gracias a sus capacidades innatas, la manera de llenar con contenidos elevados esa forma aprendida.

La educación artística moderna en la Argentina es el resultado de una tradición que responde a los aspectos más formales (visuales) de las vanguardias históricas. Nuestros maestros se formaron admirando las pinceladas gestuales de los Expresionistas, las rigurosas composiciones de pintores abstractos o los efectos de color de los Fauvistas.

Reconocen como grandes artistas a los de la Escuela de Nueva York y, alrededor de la década del ´60, se acaban los modelos a imitar: el verdadero arte, el importante, el trascendente llega hasta ahí y permanece inalterable por siempre con el legado de estos Grandes Maestros.

Hay toda una corriente de prácticas artísticas críticas (críticas porque cuestionan la idea tradicional de artista, obra y recepción) que permanece más o menos velada para la enseñanza artística moderna. Las experiencias  Dadá (en Zurich, Berlín y Nueva York), el Productivismo ruso resultado de la Revolución Comunista, Fluxus, el Pop más revulsivo, el Arte Conceptual (el hecho maldito del arte), la idea de obra interdisciplinaria y transgenérica, la Crítica Institucional que revela las condiciones sociales y económicas en las que se produce arte y estrategias de apropiación, collage y remezcla que cuestionan la obra original son despreciadas por este paradigma de educación. Se ningunean las experiencias argentinas de vanguardia en donde el arte funcionó (y funciona) como una herramienta de lucha política con el argumento de que el arte no debe ser un panfleto, debe permanecer puro e impoluto del contacto con lo cotidiano. Porque lo actual distraería de la verdadera misión del arte que no sería otra que plasmar la real esencia del mundo que siempre está en otro lugar (un improbable mundo espiritual) y en otro tiempo (el pasado).


Teóricos de arte proponen los años que van desde fines de la década del ´50 hasta principios de los ’60 como el momento en que surge el llamado arte contemporáneo. Esta categorización se refiere más a determinados procedimientos de producción, recepción y circulación  artística que a un orden temporal o cronológico y distinguen entre lo actual y lo contemporáneo en base a la identificación de estos procedimientos.


La idea de participación del espectador en la producción de una obra que desmantela la categoría del artista como único creador y está unida a una concepción de obra múltiple y procesual, la interdisciplinariedad entre las distintas artes y el rechazo a una concepción únicamente visual o técnica son algunos procedimientos de producción que caracterizan lo que se entiende como arte contemporáneo.


El paradigma de enseñanza de arte que únicamente forma artistas creadores con la capacidad técnica de producir objetos está en contradicción con esta idea de lo contemporáneo. La partición y segmentación de la educación artística en base al inconducente concepto de medio específico como son La Pintura, La Escultura, El Grabado (a esta lista se podrían agregar prácticas más “actuales” como video arte y seguiría siendo una partición estéril), contribuye a la mantención y reproducción de fórmulas que responden a otra época y a otro lugar. Y, si bien se corresponde con un tipo de actualidad de arte, no califica como contemporáneo, porque no se trata de sumar medios de producción artística, sino de enfocar de otra manera el problema de la enseñanza.
                                    


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Coordinan Matanza Nómade: Félix Torrez y Andrea Trotta.